05/1931 – José Antonio Agirre Lekube como parlamentario
Ⓒ Sabino Arana Fundazioa
// José Antonio Agirre (Bilbao 1904- Paris 1960)
El primer presidente vasco, José Antonio Agirre Lekube, nació el 6 de marzo de 1904 en el seno de una familia apegada a las tradiciones vascas, pero, al mismo tiempo, integrada en los nuevos aires industriales de la época. Su padre era abogado y empresario.
Como muchos hijos de la élite local, cursó sus estudios secundarios en el colegio que la Compañía de Jesús instaló en Orduña, donde destacó como buen estudiante y dio muestras de sus dotes de liderazgo. Sin duda, la pérdida prematura del padre en 1920 fue un duro golpe para Agirre, pero ello no impidió que pudiera seguir con sus estudios en la Universidad de Deusto (Bilbao), dirigida por los jesuitas. Agirre estudió Derecho, licenciándose en 1925.
En 1930 resultó ser una de las personas clave para superar la división interna que sufría el Partido Nacionalista Vasco (PNV) de la época. Partido cuyo fundador e histórico líder, Sabino Arana (1865-1903), había sido defendido por el padre de Agirre ante la Justicia española en 1902/1903.
El 14 de abril de 1931, como consecuencia de las elecciones municipales se proclamó la II República española, primero en Eibar (Gipuzkoa) y, a las pocas horas, en todo el Estado. Agirre, elegido alcalde de Getxo, se puso al frente de sus seguidores e impulsó, a imitación de lo que acontecía en Catalunya, un movimiento que intentó encajar una República vasca dentro de una República federal española. En Catalunya los líderes republicanos locales habían acordado con los dirigentes españoles restablecer el autogobierno para Catalunya, logrando su propósito en pocos días.
El lustro que va de abril de 1931 a julio de 1936 transformó profundamente al PNV, pasando éste de ser un partido de derechas a inscribirse en un ámbito democrático de centro, republicano y de ideología social-cristiana avanzada, sin abandonar por ello su nacionalismo. En este viraje ideológico resultaron fundamentales Agirre y la nueva generación de jóvenes dirigentes que lideró, aunque Agirre nunca asumiera ningún cargo dentro del PNV.
En 1936, tras la victoria electoral de las fuerzas republicanas e izquierdistas, resultó posible redactar un Estatuto de Autonomía también para el País Vasco. De nuevo Agirre se involucró en el proyecto. Pero, el 17 y 18 de julio de 1936 militares y civiles fieles a los generales Francisco Franco y Emilio Mola se sublevaron contra la República.
En Euskadi, al igual que en el conjunto del Estado, el alzamiento y fallido golpe de estado que condujo a la guerra civil partieron la sociedad en dos: las provincias de Bizkaia y Gipuzkoa permanecieron fieles a la República, mientras en Araba y Nafarroa vencieron los golpistas. El PNV optó por la legalidad republicana porque era un partido democrático con una ideología social que buscaba el reparto de la riqueza de manera que la sociedad resultante de su distribución tuviera una clase media lo más amplia posible. Seguía siendo nacionalista, pero, a su vez, posibilista. De manera que, aunque su confesionalidad católica le empujara a ello, no podía aliarse con los sublevados, claramente opuestos a casi todo a lo que aspiraba el nacionalismo vasco.
Las fuerzas republicanas solicitaron la incorporación del PNV en el Gobierno de concentración, para lo cual los jeltzales (miembros del PNV) pusieron sobre la mesa la aprobación del Estatuto. Finalmente, éste se aprobó el 1 de octubre de 1936. El 7 del mismo mes, en Gernika, Agirre juró su cargo de lehendakari, su nuevo título oficial. A partir de ahí, el PNV se volcó en la defensa y en el desarrollo de Euskadi. El nacionalismo, a partir de un Estatuto de mínimos, pero sirviéndose de las ventajas que le ofrecía la guerra, especialmente el aislamiento del territorio vasco del resto de las zonas leales a la República, logró una Euskadi casi independiente.
Sin embargo, las fuerzas militares guiadas por Franco fueron superiores a las que contaba el Gobierno vasco, debido sobre todo al apoyo exterior ofrecido por la Alemania nazi y la Italia fascista.
La guerra del ejército vasco finalizó en agosto de 1937, cuando las tropas vascas se rindieron ante los italianos que combatían para Franco. No obstante, las instituciones vascas perduraron. El Gobierno vasco se trasladó a Barcelona y París. Perdido el territorio, Agirre y su gabinete abrieron y sostuvieron una amplia red de centros de albergue, escuelas, hospitales y delegaciones para atender a los exiliados e internacionalizar el caso vasco.
El 5 de febrero de 1939, ante la inminente caída de Barcelona en manos franquistas, Agirre y su homólogo catalán Lluís Companys (1882-1940) partieron al exilio.
El 1 de septiembre de 1939 Alemania comenzó la segunda guerra mundial. Agirre no tardó en poner todos sus efectivos humanos al servicio de los Aliados. El 8 de mayo de 1940 emprendió un viaje a La Panne (Bélgica) para reunirse con parte de su familia allí exiliada. El 10 de mayo, los alemanes iniciaron su ofensiva contra Bélgica y Países Bajos, Luxemburgo y Francia. El plan de huir en barco a Inglaterra fracasó. A finales de mayo, visto el avance alemán, Agirre decidió dejar a su familia y esconderse en un convento de los jesuitas en Bruselas. Tras recorrer diversos escondites, pudo al fin procurarse una nueva identidad gracias a la ayuda que le prestó el cónsul panameño, Germán Gil Guardia Jaén. El diplomático le proporcionó un auténtico pasaporte de su país pero con la falsa de identidad de “José Andrés Álvarez Lastra”, doctor en derecho. Agirre cambio de identidad, se dejó bigote y empezó a utilizar gafas. Cerrado el paso hacia Francia o Portugal, Guardia Jaén le hizo meditar sobre la posibilidad de huir rumbo a Grecia o la Unión Soviética atravesando para ello Alemania.
Con estos planes y con la cobertura de algunos diplomáticos suramericanos, el 7 de enero de 1941 Agirre se dirigió a Hamburgo. Entre esta ciudad y Berlín permaneció en Alemania hasta el 23 de mayo de 1941. Parte de sus vivencias en el Reich de Adolf Hitler las apuntó en el diario que es la piedra angular de este proyecto de Agirre in Berlín. Gracias a la ayuda de sus amigos diplomáticos logró reunirse el 14 de mayo con su esposa Mari y sus dos hijos menores en Berlín. Mari Zabala Aketxe utilizaba el falso nombre de “María Arrigorriaga”, viuda de Guerra, de nacionalidad venezolana.
El 23 de mayo de 1941 la familia Agirre-Zabala entró en Suecia para embarcar el 31 de julio de 1941 rumbo a Brasil, donde arribó el 27 de agosto. El 7 de octubre de 1941 se trasladó a Uruguay y el 15 a Argentina, siendo recibido en ambos países por sendos presidentes. El 4 de noviembre de 1941 entró por fin en EEUU. Fijó su residencia en Nueva York, donde impartió clases en la Columbia University.
Agirre sobrevivió a su odisea en la Europa bajo dominio nazi, mientras que políticos coetáneos como Lluís Companys fueron detenidos y entregados a los franquistas quienes lo fusilaron (1940). Su rival político, el expresidente de Gobierno español, Francisco Largo Caballero (1869-1946), cayó también preso (1942) pero fue deportado al campo de concentración de Sachsenhausen, enclavado en Oranienburg. Cuando Agirre huyo a Suecia cruzando Oranienburg, ni siquiera sabía de la existencia de ese campo de concentración.
En 1945, aún antes de finalizar la Segunda Guerra Mundial, regresó a París, volviendo a reunir al Gobierno vasco en la capital gala. En 1947 tomó parte en la creación y desarrollo de los Nuevos Equipos Internacionales (NEI), precursores de la Democracia Cristiana en Europa. El 21 de marzo de 1956 Agirre volvió a Berlín para asistir junto a Robert Schuman (1886-1963) a una conferencia de los NEI. En septiembre de 1956 inauguró el I Congreso Mundial vasco en París, dando cuenta de sus 20 años de gestión frente al Gobierno vasco.
El 22 de marzo de 1960 falleció repentinamente en París. Sobre su féretro juró el cargo de lehendakari su vicepresidente Jesús María de Leizaola (1896-1989).
Iñaki Goiogana
Historiador. Sabino Arana Fundazioa